Este jueves 9 de octubre de 2025, Israel y el grupo armado Hamás firmaron un acuerdo de alto al fuego que contempla la liberación de rehenes israelíes tomados el 7 de octubre, a cambio de prisioneros palestinos. Esta medida marca la primera fase de un ambicioso plan de paz promovido por el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, con miras a poner fin al conflicto que afecta a la zona desde hace dos años.
Según los términos del pacto, cesarán las hostilidades y parte de las tropas israelíes se retirará parcialmente de Gaza, mientras Hamás procederá a liberar a todos los rehenes restantes. En paralelo, Israel entregará cientos de presos palestinos. El documento también habilita la entrada de ayuda humanitaria —alimentos y atención médica— para los cientos de miles de civiles desplazados por los enfrentamientos.

Aunque la firma del acuerdo representa un avance significativo, aún persisten desafíos para su implementación plena. Fuentes palestinas señalan que aún no se ha definido la lista completa de prisioneros que serán liberados, por lo que el alto al fuego podría tardar varios días en consolidarse.
Desde Hamás, el alto funcionario Khalil al-Hayya declaró que la guerra en Gaza ha concluido y respaldó el plan de paz propuesto por Trump. Señaló que recibieron garantías de Washington y otros mediadores para garantizar que las hostilidades no se reanuden. En el acuerdo alcanzado en Sharm el-Sheikh, Egipto, también se incluyó la apertura del paso fronterizo de Rafah y el intercambio de prisioneros.

Las reacciones al pacto han sido mixtas, aunque en general cargadas de esperanza. En Gaza se reportó júbilo: “toda la Franja de Gaza está feliz”, afirmó Abdul Mayid Abd Rabbo en Jan Yunis. Por su parte, Einav Zaugauker, madre de uno de los rehenes, expresó que reencontrarse con su hijo fue “sobrecojedora”. Sin embargo, algunos sectores informaron que continuaron ataques limitados durante la noche y la mañana del jueves, lo que sugiere que el cese de hostilidades aún se encuentra en una fase delicada de consolidación.

Este pacto representa un momento crítico en el intento por estabilizar Gaza. Aunque la firma es un paso simbólico hacia la paz, su éxito dependerá del cumplimiento real de las partes implicadas, la transparencia en el intercambio de prisioneros y la sostenibilidad de las garantías internacionales.