Oaxaca de Juárez, Oaxaca – En Oaxaca, las empanadas de lechecilla no solo deleitan el paladar, sino que también representan un profundo símbolo de fe. Este dulce típico, elaborado con masa crujiente rellena de piña o coco y una crema conocida como “lechecilla” ‒una mezcla de leche, huevo, fécula de maíz, azúcar, canela y vainilla‒ se convierte cada año en protagonista de las celebraciones religiosas del Corpus Christi.
La festividad de Corpus Christi, que se conmemora sesenta días después del Domingo de Pascua, recuerda la presencia real de Cristo en la Eucaristía. En Oaxaca, esta celebración adquiere matices especiales gracias a la tradición de las empanadas de lechecilla, ligadas no solo al rito religioso sino también a historias locales.

Una de ellas cuenta que campesinos ofrecían sus cosechas a Dios, y que un sacerdote, dudoso de su vocación, presenció la señal divina cuando una mula se arrodilló. Desde entonces, las empanadas se consolidaron como símbolo de entrega y devoción.

Originalmente, la preparación de estas empanadas corría a cargo de monjas, quienes las donaban a los fieles que asistían a misa. Con el tiempo, se volvió costumbre que formen parte de la festividad, unir a la comunidad y fortalecer los lazos de creyentes a través de un elemento culinario.

La lechecilla, por su parte, destaca por su textura sedosa frente al contraste de la masa crocante, lo que convierte el bocado en una experiencia sensorial significativa. Es esta combinación de sabor, tradición artesanal y simbolismo religioso lo que convierte a las empanadas de lechecilla en más que un dulce: en un puente entre lo espiritual y lo comunitario.